martes, 11 de junio de 2013

Olazagutia: 1801: costumbres sobre el ganado porcino



Olazagutia: 1801: al clérigo Don José Miguel Aguirre le retienen y venden un cerdo.

Don José Miguel Aguirre estaba de beneficiado en Olazagutia, donde como vecino dejaba mucho que desear en el sentir del pueblo; era natural de Ziordia. Terminaron por sacar su ganado de todas las dulas concejiles.
Empieza la protesta el 15 de octubre de 1801:
“Joaquín de Apesteguia, procurador de Don Joseph Miguel de Aguirre, presbítero beneficiado de la parroquial del lugar de Olazagutia, dice hará más de un año mantiene trece cabezas de ganado de cerda, que suele llevarlas a la pastura el ganadero destinado para la custodia; en algunas estaciones, que permite la benignidad del tiempo, se suele extraer dicho ganado al monte y también al Realenco de Andia, según lo tienen por más comveniente sus dueños, y para pernotar en esos sitios se acostumbran hacer barracas o cuviles por los mismos dueños, quienes también sufren el trabajo de renovar la paja o junco, que se pone para su descanso, y quando a ocurrido practicarlo, le correspondía a mi parte embiar tres peones al respecto de uno por cada quatro cabezas y resultaba el pico de una, y por ella lo mismo que qualquiera otro interesado, que dejaba de contribuir a dicha labor de contribución de camas, se ha acostumbrado satisfacer un sueldo, y por esta regla, no proporcionando mi parte ningún peón o jornalero, hera visto deber pagar trece sueldos, como también lo han practicado así otros interesados con respecto a sus respectivos ganados; no obstante esa práctica y costumbre, haviéndose ofrecido a principios de julio último la necesidad de hacer dicha renovación de camas o construcción de cuviles, dio aviso el ganadero (sin duda precedente Junta y acuerdo de dichos interesados) en las respectivas casas de éstos, para que concurriesen, y en la de mi parte lo omitió hasta el día siguiente, y hora de las ocho de su mañana en la que no pudo encontrar peón alguno a jornal, por hallarse ya todos los del pueblo ocupados en diversos destinos, y así no le fue posible contribuir a dicha labor, como sucedió con otros, pues apenas concurrió la mitad de todos los que devieron, y los que lo hicieron, fundados en que desempeñaron lo correspondiente a los quarenta y ocho o cincuenta dueños, determinaron que por cabeza de los no contribuyentes se les correspondiese a real, queriendo conseguir el abono de como unos quarenta reales con ser que volvieron muy a tiempo del Realenco a la Taberna, en medio de que dista aquel hora y media; en la Taberna consumieron dichos cuarenta reales de vino, no precisamente en aquel día, sino en él y en distintas ocasiones, pues no heran más que veinte y quatro o veinte y cinco personas; el día veinte y uno de septiembre último dos de esos mismo salieron a cobrar dichos quarenta reales por casas, y en efecto pagaron varios, más por obedecer y evitar disputas, que por otro motivo, pues conocían se les exijía doble de lo que correspondía, y se había acostumbrado, y por esta misma razón del exceso, mi parte se escusó a hacerlo mas que de un sueldo por cada cabeza, reponiéndoles que si el aviso para emviar los peones se le huviese dado el día anterior, los huviera embiado buscándolos sin más jornal que el de un real y medio que hera aun menos del sueldo por cabeza, a que se prefería, y sin otro motibo juntos los demás interesados en dicho ganado lo multaron en dos pesetas, que las bevieron en vino; repitieron el día siguiente la solicitud de cobrar los trece reales y mi parte insistió en que solo satisfaría su mitad conforme a la costumbre, y le echaron nueba multa de otras dos pesetas, y por la no paga de los trece reales y quatro pesetas de las dos multas determinaron apoderarse de una de las trece cabezas, y llebándosela al Mesón, la tuvieron en él con guardia, insinuándole a mi parte que si dentro de quatro días no hacía el pago de todo de todo ello, y de los nuebos gastos, que se havían subseguido, viendo mi parte unas operaciones tan irregulares, acudió verbalmente ante el Alcalde del Valle, para que providenciase que depositando, siendo necesario medio onza se desembargase el cerdo y fuesen oydos en audiencia, así el mismo mi parte como los demás interesados en el ganado; y aunque ya mandó así, no lo obedecieron, ni tampoco al segundo, ni tercer mandato, que repitió, para que bajo de fianzas se la devolvieran, y el día de San Miguel veinte y nueve del último mes le noticiaron hiban a bender el cerdo a remate de candela y por haberse escusado a asistir pretendieron lo hiziera el Rexidor, que tampoco lo....
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