Alsasua: 1638: Mendiluce contra un clérigo mentiroso,
vengativo y violento.
“Proceso de Don Miguel López de Albizu, presbítero, contra
Esteban de Mendiluce, mayor y menor, vecinos de Alsasua, criminal sobre
palabras de injuria y otros excesos.”
El sábado 18
de noviembre del año 1638 un escribano Receptor se presenta en casa de Esteban
de Mendiluce mayor; le atiende su mujer, Catalina de Iriarte, y al preguntarle
por el paradero de su marido, le dice que estaba “en el monte, en una grande
montaña, trabajando en su oficio de hazer ojas de bainas de espada”. Iba el
Receptor a comunicarle la
presentación de una querella contra él, y que debía acerca de la misma prestar declaración; Catalina quedó en notificárselo; su suegro, Miguel de Mendiluce matiza que la montaña aludida estaba en Guipúzcoa.
presentación de una querella contra él, y que debía acerca de la misma prestar declaración; Catalina quedó en notificárselo; su suegro, Miguel de Mendiluce matiza que la montaña aludida estaba en Guipúzcoa.
El 17 de
diciembre de 1638 se toma declaración a varios testigos propuestos por el
presbítero y beneficiado Don Miguel López de Albizu, natural de Olazagutia,
pero ejerciendo en Alsasua, y según él descendiente del Palacio de Aranarache,
en Améscoa Alta. Dicen que le llamó “malacasta”, y que el Mendiluce mayor le
dio un puñetazo en el ojo izquierdo y que lo derribó en tierra, viniendo de
Iturmendi.
Juan López
de Amézaga, de Alsasua, de 48 años afirma que hace cosa de un mes fue a
Iturmendi, a la audiencia del Alcalde del Valle, a donde fueron también otros,
el clérigo y los Mendiluce; el dichoso clérigo iba en nombre de su tío, que era
abad de Alsasua (Don Miguel Fernández de Garayalde y Lazcano), el cual había
puesto una demanda contra Mendiluce menor, acusándole de haberle robado un
perro (tasado en 200 reales), y que lo había vendido en Ataun. Con esta
ocasión, unos y otros, ante el Alcalde depusieron lo que bien les pareció, y
acabados los trámites se retiraban a Alsasua, algo antes de anochecer.
Iban juntos el clérigo, Mendiluce menor y este Amézaga, los
tres en buena conversación, hasta que les alcanzaron Juanes de Iriarte y
Sebastián de Mendiluce mayor; éste les pregunto qué había pasado con el asunto
del perro en la audiencia del Alcalde. El clérigo le contestó que para la
próxima audiencia traería pruebas de Ataun acerca de la venta del perro, hecha
por parte de Mendiluce menor. Sebastián, el mayor, le respondió: “artas
pesadumbres antes de agora les tenéys dadas a él y a su padre y familia, sin
que les deys agora por el perro, que si vergüenza tubierays no hubierays puesto
la demanda, que habéis puesto por el perro.”
El clérigo le espetó “que le dejase a él, callando, que él tenía culpa
de lo que decía; y el dicho Esteban de Mendiluce menor volvió a decirle al
dicho quejante que a él y a su padre y a una hermana suya los tenía perdidos su
tío, el Abad, y a ella la había dejado perdida, pudiendo estar con marido, y el
dicho Mendiluce mayor, aderiéndose al menor decía las mismas razones, que a su
prima la había dejado perdida, y el dicho quexante les decía que callasen, que
él no tenía culpa en lo que su tío decían había hecho, y que vergüenza habían
de tener en decir semejantes razones, y los dichos acusados al dicho quexante
le volvieron a decir que a él y a su tío el Abad, y los demás sus parientes los
deablos los devieron de llevar al dicho lugar de Alsasua, los de la mala
generación y casta, y el dicho quejante al dicho Esteban de Mendiluce mayor el
por insistir en decir las dichas palabras de injuria le dixo, si ay necesidad
de testigos falsos vayan éstos con vuestra cara de hombres ahorcados, y los
dichos acusados por insistir siempre en decir al dicho quexante las dichas
palabras de injuria y otras a propósito, les dixo que callasen y si no que a
los dichos los cogería de sendas piernas y los arrojaría por la puente abajo al
río; y sin embargo, pasada la puente de Urdiain, insistiendo en decir las
dichas palabras de injuria al dicho quexante, y a él perdiéndole el respeto con
mucho atrevimiento el dicho Esteban de Mendiluce, el dicho quexante enojado
dello le arrojó un puntapié y le dio en su persona y con ello dio a huir
corriendo, diciendo ayuda al ...COMPLETO EN PDF
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