jueves, 24 de octubre de 2013

Alsasua: 1638: Mendiluce contra un clérigo de mala catadura

Alsasua: 1638: Mendiluce contra un clérigo mentiroso, vengativo y violento.
“Proceso de Don Miguel López de Albizu, presbítero, contra Esteban de Mendiluce, mayor y menor, vecinos de Alsasua, criminal sobre palabras de injuria y otros excesos.”
            El sábado 18 de noviembre del año 1638 un escribano Receptor se presenta en casa de Esteban de Mendiluce mayor; le atiende su mujer, Catalina de Iriarte, y al preguntarle por el paradero de su marido, le dice que estaba “en el monte, en una grande montaña, trabajando en su oficio de hazer ojas de bainas de espada”. Iba el Receptor a comunicarle la
presentación de una querella contra él, y que debía acerca de la misma prestar declaración; Catalina quedó en notificárselo; su suegro, Miguel de Mendiluce matiza que la montaña aludida estaba en Guipúzcoa.
            El 17 de diciembre de 1638 se toma declaración a varios testigos propuestos por el presbítero y beneficiado Don Miguel López de Albizu, natural de Olazagutia, pero ejerciendo en Alsasua, y según él descendiente del Palacio de Aranarache, en Améscoa Alta. Dicen que le llamó “malacasta”, y que el Mendiluce mayor le dio un puñetazo en el ojo izquierdo y que lo derribó en tierra, viniendo de Iturmendi.
            Juan López de Amézaga, de Alsasua, de 48 años afirma que hace cosa de un mes fue a Iturmendi, a la audiencia del Alcalde del Valle, a donde fueron también otros, el clérigo y los Mendiluce; el dichoso clérigo iba en nombre de su tío, que era abad de Alsasua (Don Miguel Fernández de Garayalde y Lazcano), el cual había puesto una demanda contra Mendiluce menor, acusándole de haberle robado un perro (tasado en 200 reales), y que lo había vendido en Ataun. Con esta ocasión, unos y otros, ante el Alcalde depusieron lo que bien les pareció, y acabados los trámites se retiraban a Alsasua, algo antes de anochecer.
Iban juntos el clérigo, Mendiluce menor y este Amézaga, los tres en buena conversación, hasta que les alcanzaron Juanes de Iriarte y Sebastián de Mendiluce mayor; éste les pregunto qué había pasado con el asunto del perro en la audiencia del Alcalde. El clérigo le contestó que para la próxima audiencia traería pruebas de Ataun acerca de la venta del perro, hecha por parte de Mendiluce menor. Sebastián, el mayor, le respondió: “artas pesadumbres antes de agora les tenéys dadas a él y a su padre y familia, sin que les deys agora por el perro, que si vergüenza tubierays no hubierays puesto la demanda, que habéis puesto por el perro.”
El clérigo le espetó “que le dejase a él, callando, que él tenía culpa de lo que decía; y el dicho Esteban de Mendiluce menor volvió a decirle al dicho quejante que a él y a su padre y a una hermana suya los tenía perdidos su tío, el Abad, y a ella la había dejado perdida, pudiendo estar con marido, y el dicho Mendiluce mayor, aderiéndose al menor decía las mismas razones, que a su prima la había dejado perdida, y el dicho quexante les decía que callasen, que él no tenía culpa en lo que su tío decían había hecho, y que vergüenza habían de tener en decir semejantes razones, y los dichos acusados al dicho quexante le volvieron a decir que a él y a su tío el Abad, y los demás sus parientes los deablos los devieron de llevar al dicho lugar de Alsasua, los de la mala generación y casta, y el dicho quejante al dicho Esteban de Mendiluce mayor el por insistir en decir las dichas palabras de injuria le dixo, si ay necesidad de testigos falsos vayan éstos con vuestra cara de hombres ahorcados, y los dichos acusados por insistir siempre en decir al dicho quexante las dichas palabras de injuria y otras a propósito, les dixo que callasen y si no que a los dichos los cogería de sendas piernas y los arrojaría por la puente abajo al río; y sin embargo, pasada la puente de Urdiain, insistiendo en decir las dichas palabras de injuria al dicho quexante, y a él perdiéndole el respeto con mucho atrevimiento el dicho Esteban de Mendiluce, el dicho quexante enojado dello le arrojó un puntapié y le dio en su persona y con ello dio a huir corriendo, diciendo ayuda al ...
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