Ziordia: en 1675 se
disputa por la preferencia sobre una “fuesa”.
Dos matrimonios, que tienen sus recuas de arrieros, y se
consideran de las más acomodadas de Ziordia, litigan en 1675 por una sepultura
dentro de la iglesia parroquial, que les venía de Miguel Aguirre, abuelo de
ambas partes.
Las familias eran la de Miguel Aguirre, casado con María San
Román por un lado, y la de Diego Ondarra y Águeda Fernández de Garayalde y
Lazcano por otro.
Sobre las “fuesas” se ponían por orden de parentesco las
mujeres, llevando su “tabla de cera”, por “antecasadas”, es decir prefiriendo
la fecha de matrimonio a la edad misma; acerca de esta idea señalan que “en la
iglesia parroquial del dicho lugar y en los demás lugares del Valle de Burunda
es costumbre asentada y guardada que haviendo una sepultura, como la
contenciosa, de diferentes personas y familias en común, se han asentado y se
asientan las mujeres antecasadas en los lugares superiores y más preeminentes y
en ofrecer e ir en procesiones y demás actos públicos así mismo prefieren a las
mujeres, que son después casadas.”
Las dos mujeres, María San Román y Águeda se llevaban mal;
los testigos dicen que hablaban tanto y tan fuerte en la iglesia que el mismo
vicario les llamaba la atención desde el altar durante las misas; se amenazaban
con la tabla de la cera, y en la puerta de la iglesia también sostuvieron
frecuentes disputas con expresiones injuriosas.
Águeda Fernández de Garayalde y Lazcano se siente
especialmente agraviada y denuncia, con su marido Diego Ondarra, ante la Real
Corte el haberla “tratado muy mal de palabras, así de menosprecio como de
injuria, deziendo hera la quexante una mal venida, que en esta tierra se tiene
por injuria y se da a entender es de mala generación o que ay algún defecto en
ella.”
En el resumen de las declaraciones recogidas se lee que “a
principios del mes de deziembre último pasado, estando oyendo misa comenzaron a
revolverse como otras ocasiones, y después que se acabó quedaron los testigos y
al tiempo que estaba para salir, y el vicario del dicho lugar presente, la
dicha María de San Román hiço seña de querer dar a la dicha Águeda Fernández
con la tabla de la cera, y ella hiço la misma señal de querer dar a la dicha
María de San Román; y el dicho testigo ocho añade que en la misma ocasión la
dicha María de San Román le dezía a la dicha Águeda Fernández que hera una
puerca y otras razones de menosprecio y ella así mismo le volvió a dezir las
mismas razones a María de San Román, y con esto se salieron de la iglesia dando
voces y se fueron a sus casas.
Los testigos quatro y cinco deponen que vieron a los testigos ocho y
nueve y al vicario del dicho lugar en compañía de las dichas María de San Román
y Águeda Fernández en la puerta de la iglesia que estaban deziéndose una a otra
diferentes razones y solamente oyeron al tiempo que la dicha María de San Román
dijo a la dicha Águeda Fernández, mal benida, que en lengua bascongada lo
dio a entender con la palabra de etorquigaiztoa, que en castellano
quiere dezir mal benida, no saben lo que quiso dar a entender, pero que
saven que en esta tierra se agrabian y lo tienen por palabra mal dicha, o de
injuria... y que la dicha Águeda Fernández le respondió que ella cómo había
venido, a que replicó la dicha María de San Román que ella no havía benido como
la dicha Águeda Fernández, sino con su marido y hijos bien casa... SIGUE EN PDF 4 P
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