miércoles, 5 de octubre de 2011

Contrabando en Cintruénigo, Navarra



De la segunda mitad del siglo XVI quedan 30 procesos en los Tribunales Reales contra vecinos de Cintruénigo, acusados de sacar cereales, estando prohibida la exportación. En más de seis mil páginas se trata de aclarar lo que ocurría y aparece tan numeroso grupo de apellidos involucrados, que recorre los cuatro cantones de la villa.
La saca de grano y carne se vetaba con la idea de mantener unos abastecimientos suficientes para la población y el control de los precios, pues la escasez encarecía el pan y perjudicaba a los sectores más humildes. Acaparadores y contrabandistas provocaban alzas, que por ley se perseguía con sanciones rigurosas.
Se tenía por público en la Merindad de Tudela, que la villa en pleno andaba al retortero de un trajín muy rentable; las capturas, en general provocadas por rencilla personales, constituía una reducida parte de lo que conseguían colar de matute para Tarazona, Ágreda, Torrellas, Cervera y otras localidades menores.
Durante siglos habían padecido los cirboneros graves quebrantos por estar en plaza fronteriza; las ventajas, que ahora les brindaba su emplazamiento, por qué las iban a dejar pasar por alto: si Dios ha querido que vivamos en una frontera, aprovechémosla.
Mitigar la gazuza de castellanos y aragoneses no era pecado ni de los veniales; únicamente habían de precaverse de guardas y soplones; a éstos les correspondía un tercio de las capturas, quedando el otro para el fisco, que además se llevaba las multas y gastos de justicia.
Con dos o tres horas de marcha se sacaba el jornal; de modo que veremos hasta las mujeres de arranque, sacando de paseo un petate hacia las famélicas tierras vecinas; algunas acompañan a sus hijos y maridos en la aventura, vestidas de hombre, sin olvidarse de asentar en el cinto la espada y el puñal.
Hoy nos resulta difícil imaginar en esta estampa a las jóvenes cirboneras (ciriboneras antes), de armas tomar, dispuestas a repartir cintarazos de veras a malandrines y saltamatas.
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