Borrador de Arturo Campión.
“Señores: Invitado por la Junta Directiva de este católico centro a dar una conferencia en sus salones, me ha parecido que mi profundo agradecimiento no se compaginaba discretamente con una negativa; y a pesar de mi escaso hábito de esta clase de trabajos y de mi repugnancia a hablar en público, nacida de la insuficiencia de mis dotes oratorias, resolví sobreponerme a todos los motivos que me aconsejaban abstenerme de echar sobre mis hombros peso de tamaña gravedad.
Aquí estoy, señores y amigos míos, dispuesto a responder a vuestro obsequio con mis buenas intenciones y deseos: que deseos e intenciones, por desgracia, y no actos efectivos, han de resultar mis esfuerzos por cautivar vuestra atención y hacer llegar a vuestro oídos algo cuya forma no sea totalmente indigna de la alteza de los pensamientos que os quisiera comunicar.
Vengo, señores, a continuar entre vosotros mi modestísima obra, a proseguir entre vosotros la labor que tiene acaparadas todas mis facultades desde hace cerca de diez y seis años, obra y labor que pueden compendiarse en la siguiente brevísima fórmula: que los católicos sean cada vez más fueristas y los fueristas cada día más católicos. Estoy entre vosotros y estimo no haberme movido de mi casa, pues aunque a los que como vosotros piensan y a los que como yo piensan les separan ciertas diferencias de relativa importancia, afirmo mi miedo a equivocarme, que esa importancia es secundaria, que no toca a nada substancial. Vosotros constituís un partido nacional, y nosotros quisiéramos constituir un partido regional, unido a otros partidos regionales por cierto linaje de pacto de alianza o federativo para la consecución del fin común; vosotros opináis que deben de resucitarse los antiguos reinos españoles y nosotros, sin oponer ninguna razón teórica en contra, antes bien declarando simpática la idea, estimamos que hoy por hoy, no existen sentimientos particularistas sino en contadas regiones de España y que únicamente es éstas, tendrá razón de ser y viabilidad la restauración foral, quedando para las demás la adopción de un régimen ampliamente descentralizador, cuyo fundamento jurídico arrancará del Estado, mientras que en Nabarra, Provincias Bascongadas, Cataluña y acaso Galicia, que son las regiones que antes aludía, el régimen se ha de levantar sobre nuestra propia personalidad histórica. Pero esta diversidad de criterio no obsta a que vosotros y nosotros nos hallemos en el caso de dos viandantes que recorren el mismo trayecto, aunque SIGUE EN PDF
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