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miércoles, 18 de marzo de 2020

1663 1682 Irañeta obras en la casa de la abadia


1663: Auto de reconocimiento de la casa de la abadía”
            El 25 de noviembre el cantero de Arbizu, “Pedro Vergerandi”, hace un reconocimiento y una tasación de lo que costaría la reparación de la casa: se reformará la chimenea “y así mismo una pared en la parte acia el dicho lugar, que al presente está de unas tablas viejas, asta los primeros suelos y por el consiguiente por la parte del mediodía acia otra pared asta llegar a corresponder con otra nueva, que está echa por la misma parte todo de mampostería y así bien es necesario hacer unos tabiques dentro de la dicha casa en los segundos suelos, todo lo qual costará la suma de 135 ducados, poco más o menos”. (AGN Protocolos Notariales, Notaría de Villanueva, Antonio Fernández de Mendivil, legajo 40)

1682 Irañeta casa abacial obra de carpintería
“Auto de vista del oficial carpintero echo en la casa de la abadía: 9 de febrero de 1682. En el lugar de Irañeta a nuebe de febrero de mil seysçientos oçhenta y dos por testimonio de mi el
escribano y testigos infra escritos pareçió presente Bernardo de Oteyza, maestro carpintero, vezino del lugar de Arriba, quien dixo que de mandato del señor Licenciado Don Çeferino de Ulibarri, Vicario General de todo este obispado de Pamplona, D. Andrés de Giga, abbad de la parrochial de este dicho lugar de Irañeta, le a hecho reconoçer la casa y habitaçión perteneçiente a la abbadía de dicha parrochial y vista con todo cuidado y diligençia a allado casi todo un suelo caído, el qual se dexa conoçer haverse dirruido solo por haver sido hecho en su prinçipio de material de muy mala qualidad y fáçil de corromper por ser de madera de aya y no por otra omisión del cura presente ni los últimos pasados, respecto de que el dicho suelo dirruido no servía sino de defensa de la frialdad, que se comunica de la texa vana, y no de tener ni la menor carga sovre él, como no la a havido, sino que se allan los solibos caídos, hechos polvo de podridos; y respecto de ser el dicho suelo, el que cubre a otro, que es muy neçesario para la havitación de dicha casa, es preçiso se reedifique de madera de roble.
Así mismo declara dicho Oteyza, maestro carpintero, que casi todo el resto de la casa está en quanto a los suelos muy viexa, porque la hiçieron en tiempos pasados de la misma materia, que dexa diçho arriba, que es la aya fáçil a pudrirse, por lo qual alla que corre mucho riesgo hagan otros dos suelos, lo que el dirruido, en breve tiempo, si no se acude al reparo de haçerlos de mexor material, que es el de robre con tablones al uso de la tierra, que es el de más commodidad, así en quanto al gasto como para duraçión.
Y así bien declara dicho offiçial que hecho el cómputo de lo que montará el gasto de diçha obra reedificándose así el suelo dirruido como los otros dos, que manifiestamente peligran y sin ellos no se puede havitar diçha casa, llegará poco más u menos de seteçientos a oçhoçientos reales, porque avrán menester más de quarenta solibos y çiento y beynte tablones poco más u menos, cuyo valor, el del clabazón y jornales de los ofiçiales juzga, justa su conçiençia, llegará a la sovre diçha cantidad de seteçientos a oçhoçientos reales.
Y esto es lo que declara por el juramento sovredicho y pidieron así el dicho abbad como el que declara lo asentase por aucto y yo lo hiçe así siendo presentes por testigos Juanes de Yarça y Martín de Lacunza; y firmaron los siguiente con mi el dicho escribano.
Don Andrés de Ciga, abbad de Irañeta
Martín de Lacunza

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