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martes, 31 de diciembre de 2019

1765 Irañeta desgracia de Juan Astiz

1765 Irañeta desgracia de Juan Astiz

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            “Declaración jurada de Jorxe de Landa, de haver sacado de una cueba a Juan de Astiz después de haverse estado ocho días en ella. Irañeta y mayo 28 de 1765. En la villa de Irañeta a veinte y ocho de maio de mil setecientos sesenta y cinco, ante mi el escribano real infraescrito pareció presente Jorge de Landa, vezino de esta villa y precedente juramento que voluntariamente y para los efectos,
que hubiere lugar a prestado en forma de drecho en mano de mi el escribano de que doy fee: Declaró que a últimos de marzo de este año corrió pública voz en esta villa que Juan de Astiz, amo principal de la casa de Mosolonecoa de ella, se havía ausentado y estavan con pesadumbre su hixa, yerno y nietos a resulta de su hida y la mañana del Juebes Santo próximo pasado oió decir que dicho Astiz estava en una cueba de los montes de Huarte y con dicha noticia llevado de su buen celo y por hacer caridad en compañía de muchas personas tomando un macho, muchas sogas o maromas, pan y vino pasó el declarante hasta la boca de la cueba, en que estava, que les enseñó Juan Miguel de Errazquin, muchacho pastor de obejas de Huarte Araquil, que dista una legua larga y haviéndole hablado de su nombre desde la cima quién estava dentro, respondió dicho Astiz; Yo estoy aquí; y después que conocieron hera el mismo le bajaron primero en un jarro agua con un poco de vino bajándole en cuerda y sin duda bevió poco por hallarse mui flaco y dévil y atándose el que declara fuerte y seguro de unas maromas gordas y largas se metió en dicha cueba o caverna en la distancia de diez o doce pies y no pudiéndole ver al referido Astiz por lo oscuro y espantoso de la cueba, en medio de que le llamava aquel fuese a donde él estava, no se atrevió a bajar por haverse turbado y asustado y luego tirando de arriba los compañeros le sacaron fuera; y en su lugar se aseguró con las mismas maromas y determinó meterse Francisco de Erdocia, natural de la villa de Echarri Aranaz y residente en el molino de esta villa y entró y bajó hasta donde estava dicho Juan de Astiz y aviéndole atado a éste con otras maromas, le sacaron al referido Astiz primero y después al mencionado Erdocia. Reconociendo se hallava tan sumamente decaído de disposición el expresado Juan, que sobre no poder estar sentado sino tendido con color de cadáver, teniendo las manos en cruz y su rosario en el cuello, los oxos medio zerrados, con poca abla, le dieron para animarse sopa de vino y no pudo pasar por hallarse mui decaído y por ello el declarante le hizo algunas preguntas sobre haver sido encontrado en dicha cueba, a que le respondió a presencia de todos que tentado del diablo se havía hechado y de ello estaba reconocido y tenía que dar muchas gracias a Dios; y en su vista el declarante le preguntó varias cosas de la doctrina christiana y entre ellas el misterio de la Encarnación y de la Santísima Trinidad y a todas respondió mui comforme y vien hallándose mui reconocido y pidía misericordia y perdón voz en grito a todos los presentes y preguntado quien le havía mantenido en la cueva, dijo muchas vezes que el Ángel con tierra húmeda y blanda y que los primeros tres o quatro días estuvo sin abla recostado, en cuio tiempo vio unas visiones o bultos mui raros que le mortificavan mucho y después que le vino el abla padeció mucho travajo de sed y de lo referido hizo testigos el que declara a todos los circunstantes y montando a cavallo le trajeron a casa a lo que serían las quatro de la tarde y viendo que no tomava alimento alguno le confesó el abad y no pudiéndose comulgar le administró la Santa Unción y murió cerca de las diez de dicha noche, estando mui contricto y comforme. Y previene que la cueba, en que estava dicho Astiz desde su boca o introdución hasta donde se hallava aquel distava cinquenta y dos pies de profundidad, siendo de ancho el boquete o principio de cinco quartas y no más, que midieron con cordel por curiosidad. Esto declaró a la fuerza del juramento que a prestado y firmó y en fee de ello yo el escribano... Ante my, Lorenzo de Ibañes, escribano”. (N.º 109)

            “Declarazión hecha por Juan Miguel de Errazquin, pastor de Huarte Araquil, de haverle encontrado en una cueba a Juan de Astiz. Irañeta y mayo 28 de 1765. En la villa de Irañeta a veinte y ocho de maio de mil setezientos sesenta y cinco, ante mi el escribano real comparezió Juan Miguel de Errazquin, natural de la villa de Huarte Araquil de oficio pastor de ganado lanío y edad de trece años y para los efectos que haia lugar declaró que andando custodiando las obejas de su padre en los montes de Huarte y paraje llamado Hudelfagoco Larrazea la tarde del domingo treinta y uno de marzo último oió tres o quatro vezes una voz algo baja y triste que le parecía hera de persona y no hizo aprecio; los días lunes y martes siguientes bolvió a oír en dicho paraxe higuales vozes mui lamentables y creió serían de pastores que de lexos davan y resonavan contra aquellas sierras y peñas y que andarían buscando ganados, pues quando algunos de estos faltan, acostumbran los pastores gritar para buscarsen unos a otros; la tarde del miércoles siguiente se juntó el declarante en dichos montes con dos muchachos del lugar de Madoz, que guardavan obejas, quienes le preguntaron si avía parecido el amo maior de la casa de Mosolonecoa de esta villa y respondiéndoles que no, a breve rato se dispidieron yendo cada uno a cuidar.. PDF 

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