Ziordia: 1724
Sobre facultad para vender unas caballerías propias de unos
hombres, que se hallaron muertos en Burunda, para sufragio de sus almas.
El domingo
24 de septiembre de 1724 son encontrados muertos 3 hombres en Alzania, en el
paraje de “Quipulerre”; dos parecían guipuzcoanos por sus vestidos, y el otro
“castellano o aragonés”, y además había “un macho, un rocín y un jumento”; se
habían oído disparos por la mañana. Los cadáveres se trasladaron a la iglesia
de Ziordia, donde dos fueron enterrados. El tercero de los infortunados era
Francisco Barandiaran, de Ataun, el “jular”, de quien se hicieron cargo sus
parientes.
“En la
información de ofizio rezevida por el Alcalde hordinario del Valle de Burunda,
en razón de haverse allado muertos tres hombres el día domingo, que se contó
veinte y quatro del presente mes en el paraje llamado Quipulerre comprehenso en
los montes de Alzania de dicho valle, se adverigua lo siguiente.
Por un auto
consta que dicho Alcalde haviendo hido al referido paraje con asistencia de
Juan de Echeverría, Maestro Zirujano, de mí el escribano infraescrito y otras
muchas personas del lugar de Ciordia, en él encontró a lo que serían las onze
horas de la noche tres hombres muertos, los dos al parezer según su traje
provinzianos y el terzero castellano o aragonés, y después de haver reconocido
toda la circunferencia en busca de agresores por no haver encontrado a nadie,
sino es un macho, un rozín y un jumento, mandó levantar los cadáveres, para que
fuesen llevados a dicho lugar de Ciordia, y juntamente las tres cavallerías.
Por la
declaración del Zirujano consta que haviendo hido al referido paraje con
asistencia de dicho Alcalde y otras personas la noche del día veinte y quatro
del presente mes, a lo que serían las onze oras de ella entre todos encontraron
tres ombres muertos, lo dos según el vestuario provinzianos y el terzero
castellano o aragonés, los quales después de haver repartido dicho Alcalde la
gente por toda la
circunferencia con sus theas por si podían ser havidos los
agresores, no haviendo encontrado a nadie, en presenzia de todos de horden de
dicho Alcalde reconoció los tres cadáveres brevemente, según permitía la noche,
y por haver visto sin desnudarlos que los susodichos thenían heridas de muerte,
y que de ellas havían fallezido, dicho Alcalde hizo levantar y que fuesen
llevados a dicho lugar la mañana inmediata para que en él se hiziese el devido
reconocimiento.
Y echo así, haviéndolos
reconozido a su satisfazión, conforme requiere el arte, halló que el más viejo
de ellos, que será de edad de cinquenta años poco más o menos, calbo y pelo
negro, sin canas, bastante robusto, que se hallava con calzones de paño viejos,
almilla colorada, abarcas y montera vieja, y según públicamente a oído dezir es
vecino de la villa de Ataun, tenía un balazo en medio de los dos omoplatos, que
es cavidad vital penetrante hasta la tetilla drecha que por su naturaleza es
mortal, y juntamente le halló cicatriz vieja en los riñones y otra en la pierna
izquierda con sus lechinos; al segundo, que hera de edad de unos quarenta y
seis años, pelo roio obscuro y la barva con canas de bastante disposición con
su almilla blanca y abarcas, que según así bien a oído dezir es vecino de dicha
villa y Almirante actual de ella, le halló un balazo y en la circunferencia
cinco postas en la cavidad vital llamado el guesso esternón, que pasa o penetra
asta el esquinazo también por su naturaleza mortal; y al terzero, que según su
traje y planta será castillano o aragonés, le alló dos balazos, el uno también
en la cavidad vital entre segunda y terzera costilla penetrante asta la tetilla
drecha y el segundo en la ingle en la parte carnosa, una cicatriz vieja en el
carrillo derecho y otra en la espinilla, el qual según su aspecto será de edad
de treinta año poco más o menos, pelo negro, y aunque tenía alpargatas,
calzones de paño, almilla blanca y sombrero, de resulta de haverle dado al
parezer los balazos a boca de cañón, tenía así los calzones como la camisa y
almilla y un pañuelo de seda al cuello quemados, como también mucha parte de la
carne de haver prendido fuego la ropa, de los tacos de la escopeta; y a éste se
le alló en los calzones un real castellano falso, un diez y ocheno y dos
cornados franzeses y un dezenario; al más viejo ocho quartos, el rosario en las
manos echo pedazos y una llave; y al Almirante seis maravedís de bellón, una
navaja, y el rosario en las manos echo también pedazos, y que todas las dichas
heridas, para sí tiene, han sido mortales.
Y los testigos 1.º y 2.º
contestemente deponen que dicho día domingo salieron del referido lugar después
de haver amanezido con dos yuntas de bueyes para hir a la raya de la Provinzia
de Guipúzcoa a apermutarlos con otros bueyes mozos, y que en efecto haviendo
oído misa en el lugar de Olazagutia pasaron en compañía de Miguel de Aguirre,
manzevo hijo del testigo 1.º al paraje que tenían destinado, a donde también
havían de salir unos vezinos de la villa de Arriaran de dicha Provinzia con sus
bueyes para la prevenida permuta, y en él estando tratando sobre el conzierto,
a lo que sería entre nuebe y diez de la mañana sintieron dos tiros uno tras de
otro, y a breve rato y sin que pasase tiempo para volver a cargar sintieron así
bien otros tres tiros prontamente, y que el testigo 1.º admirado de lo que
podía ser o subzeder por ser los tiros hazia el paraje llamado Quipulerre, que
dista cerca de una legua, dijo a los quatro provinzianos, cuios nombres y
apellidos ignora, al testigo 2.º y a dicho Miguel de Aguirre, no hera buena
señal a aquella hora, y que respecto de que los guardas de dicha Provinzia
havían llevado la noche anterior a dicho lugar algunas cargas aprenhendidas a
diferentes castellanos o aragones, rezelava que entre ellos abrían tenido algún
choque, y que a ello le respondió el testigo 2.º que los tiros, que oyeron
serían de algunas bodas, que abría en el lugar de Alsasua, o en el de
Olazagutia, y por no haverse perfizionado la permuta, volviendo para dicho
lugar con sus bueyes por el camino sendero, que hay por dicho paraje de
Quipulerre, en él, en distancia de medio quarto de hera encontraron tres
hombres muertos boca avajo, los dos de ellos aunque no los conozieron según su
traje provinzianos y el terzero castillano o aragonés, el qual de zintura en
riva tenia fuego en toda la rova y parte de la carne, según hizieron juicio de
haver prehendido la ropa del fuego del taco de la escopeta; y juntamente vieron
que mirando a los cadáveres estavan cerca un rozín con su baste y un jumentillo
pequeño, de que quedaron aterrados de ber semejante fatalidad, y dejando todos sin
tocar pasaron a dicho lugar donde el testigo 1.º añade dio quenta de lo
referido al testigo 4.º como Regidor y a Diego Miquélez, su compañero, los
quales inmediatamente tomando en su compañía mucha gente y entre otros al
testigo 1.º, pasaron a dicho paraje a lo que serían las tres oras de la tarde
de dicho día domingo, donde encontraron a dichos tres muertos, y aunque
reconozieron toda la circunferencia no encontraron a nadie, sino es a dichos
tres muertos, las dos cavallerías y otro macho pequeño, y tomando las tres
cavallerías bajaron al lugar sin tocar a los cadáveres asta que acudiese el
Alcalde; y que en su presencia dio recado el testigo 9.º para que fuese dicho
Alcalde a recevir informazión.
El testigo 3.º depone que la noche del día sávado veinte y tres del
presente mes una ora después de oscuro, estando con unas creaturas de Álava en
ausencia de su marido, que se hallava de viaje, llegó a su casa un castillano o
aragonés a pedir posada y aviendo entrado con su escopeta en la mano, pidió de
zenar y que a este tiempo llegaron a la misma casa un tropel de gente, que
según dijeron heran asta treze, según así bien dijeron, Guardas de la Provinzia
con diferentes cavallerías maiores y menores cargadas, según el olor, de
tavaco, que no puede asegurar quantas cavallerías y cargas fuesen, y
inmediatamente le dijo dicho castellano lo entrase en un quarto secreto y no
dijese nada a los Guardas; y echo así le dio su bocado sin luz y juntamente les
dio de zenar a dichos Guardas, los quales después de pasada la noche
haviéndosen explicado durante ella que a los aragones les avían quitado las
referidas cargas y cavallerías en el monte de Alzania, dicho día domingo por la
mañana cargando dichas cavallerías dieron para la Provinzia de Álava, deziendo
que las avían de llevar a Vitoria, y inmediatamente que ... SIGUE COMPLETO EN PDF
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