A finales del siglo XVII había muchos pozos por las calles de Sangüesa y se trataba de arreglar sus brocales, pues eran necesarios para beber y para atajar los incendios; habían caído algunas personas y entraba en ellos el agua de las calles; muchos particulares tenían pozos propios.
“En la ciudad de Sangüesa a veinte días del mes de octubre de mil seiscientos noventa y ocho, ante mí el escribano infrascrito parecieron presentes Juan Martín de Alabastida, Maestro de Fábricas, y Francisco de Balda, Maestro Cantero, vecinos de la dicha ciudad, e digeron que con orden del Señor Don Joseph Rodríguez y Aguero y Joseph de Imbers, regidores de la dicha ciudad, han reconocido los pozos del Portal de Xaca y el de Uriz, que estaban derruidos sus brocales, de manera que el agua de dichos pozos estaba con poca limpieza por razón de estar descompuestos dichos brocales y penetrarse el agua de las calles y otras inmundicias en ellos, y en particular por gastarse dicha agua para beber, guisar y otras cosas y el dicho Pozo del Portal de Xaca derruido asta la superficie de la tierra con peligro manifiesto de caerse algunas criaturas y ganados en él, o algunos forasteros en noches lóbregas y para que estimasen y tasasen en su justo valor los brocales y obra que estimasen y tasasen en su justo valor los brocales, que Francisco de Arriaga, maestro cantero, vezino de la dicha ciudad, ha hecho en los dichos dos pozos y justas sus conciencias se le deve pagar al dicho Francisco de Arriaga por el brocal del dicho Pozo del Portal de Xaca quatro ducados por su trabaxo y piedra que a labrado para él sin entrar en ellos los yerros que son quatro xafetes en las quales esquinas y el plomo que en ellos a entrado; y el dicho brocal del Pozo de Uriz, por ser redondo y de piedra picada lo estiman en doce escudos sin entrar también los xafetes de yerro y plomo y esto declararon devajo de juramento que an prestado en manos del mi el escribano de que doy fee de lo menos balen dichos brocales las dichas cantidades y de que se han hecho por tener mucha necesidad de hacersen y firman a una con mi el escribano: Juan Martín Alabastida, Francisco de Balda. Ante mi Pedro Joseph de Zavalegui escribano. 164 reales.” SIGUE EN PDF
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