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lunes, 5 de agosto de 2019

1799 Cintruénigo y epidemia

1799 Cintruénigo y epidemia

            Proceso de la villa contra el fiscal sobre permiso de pago de 2.162 reales de gratificación a los médicos.
            El sábado 3 de agosto de 1799 presenta Cintruénigo este informe:
            “S. M. Antonio Zarraluqui, procurador de la villa de Zintruénigo como mejor proceda dice que a resultas de la enfermedad epidémica que ocurrió en dicha villa por la primabera última, falleció entre otros D. Juaquín Ybañez, su médico conducido, con cuyo motibo después de barias diligencias, que practicaron, pudieron conseguir les asistiese don Juan Miguel Jil, médico de la ciudad de Cascante, quien adbirtiendo el aumento, que tomaba dicha enfermedad, fue de parecer se trajese otro para consultar sobre el particular.
Efectibamente pasó don Francisco del Pui, residente en la de Tudela, a quien por las visitas que hizo en barios días, se le gratificó con 30 pesos fuertes, además de todo el gasto, y es indispensable se le dé igualmente la competente recompensa al nominado don Manuel Jil, pagándole el gasto que ha echo desde el referido día 21 de abril y además el rateo de conducta; todo lo qual haviéndolo premeditado la villa y echo cotejo prudencial descubre ascenderán los gastos extraordinarios de ambos médicos a la cantidad de 2.162 reales.
Y en ese estado no puede menos de hacer presente a la comprensión de vue
stro Consejo que la conducta del médico se satisface por reparto entre todos los vecinos y éstos, a resultas de dicha enfermedad epidémica y de los fatales años, se hallan en tan deplorable e infeliz situación que no puede mirarse sin el mayor dolor.
Y como el reparto general se ha de hacer dentro de pocos días, aumentándoseles además de la regular contribución los recordados 2.162 reales, se mirarían a la verdad en el mayor apuro y sin arbitrios ni medios para poder dar cumplimiento a esos desembolsos.
Y en este conflicto no halla la villa otro arbitrio que el de hacerlo presente a vuestro Consejo, a fin de que apiadándose de un estado tan miserable se sirba conceder facultad para que se satisfagan los mencionados dos mil ciento sesenta y dos reales de los propios y rentas, pues aunque en la actualidad se halla el Depositario ausente a la compra de lanas, no faltará sujeto que apronte y adelante hasta que se restituya la espuesta cantidad, en cuya atención:
A V. M. suplico mande estimarlo así o bien dar en el particular la probidencia que estime más conforme y arreglada a justicia, que pido. Lizenciado Armendáriz. Zarraluqui”.
Exposición de los hechos que hace el ayuntamiento: el 21 de abril de 1799 muere por la epidemia, que había empezado a primeros del mes, el médico Joaquín Ibáñez; temían que la epidemia se convirtiese en peste y sacaron a S. Roque en procesión:
“En la villa de Cintruénigo y Sala de su Ayuntamiento a treinta de julio de mil setecientos noventa y nueve, se juntaron y congregaron como lo tienen de costumbre los señores D. Casimiro Guallardo, D. Nolasco Virto, D. Pedro Clemente de Ligués, Juan Chivite y Bartholomé Lozano, alcalde y rexidores de esta villa con asistencia de mi el escribano real infrascrito y estando así juntos, digeron que mediantes las facultades que se les tienen conferidas por el Ayuntamiento en su auto de resolución de veinte y quatro de abril último para que durante la vacante de médico, acaezida por muerte de don Juaquín Ybáñes el día veinte y uno de dicho abril, proporcionasen por todos medios el que rejentase en esta villa un médico examinado y haviendo solizitado en la ciudad de Corella el que viniese don Antonio Sanz, solo se mantubo siete días por haverle sido preziso pasar a su destino de la villa de San Martín de Uns, por lo que fue preziso solizitar de la ciudad de Cascante el que permitiese venir a su médico don Manuel Jil, cuyo favor le dispensó en treinta del mismo abril, desde cuyo día se halla rejentando a entera satisfacción del pueblo, sin embargo de la larga enfermedad epidémica, que se experimentó a principios del zitado abril, de la qual fallezió contajeado el zitado Ybáñes, siendo público el desvelo y exactitud que a aplicado dicho Jil para el acierto en la curazión de los enfermos exponiéndose al sacrifizio de contajearse, abandonando su casa, muger y familia con el deseo de servir a la villa y sus vezinos en situazión tan crítica, de modo que por los clamores del pueblo y el mucho número de enfermos que havía, se temió algún ramo de peste, haviendo sido preziso acudir al auxilio divino por medio del Glorioso San Roque, sacándolo en prozesión y para mayor satisfacción y consuelo de los enfermos se trajo de apelazión a don Francisco del Puy, médico de la ciudad de Tudela, y siendo muy justo que en circunstancias y casos semejantes se compensen y satisfagan estos particulares favores rezevidos por los zitados tres médicos por el esmero y aplicazión que se a advertido y principalmente por el menzionado Jil, que a sido el que más tiempo se a mantenido, mediante a que se a solizitado por dicha Gerónima Martínez, viuda de don Juaquín Ybañes, el que por quenta de don Blas Martínez, su ermano y sin nezesidad de más salarios que el de los trescientos cinquenta ducados señalados al mismo anualmente por vía de conduzión, proporcionará médico examinado que rejente hasta que aquel disponga su venida desde la villa de Barcarrota en Estremadura a servir la conduzión
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