1838 Echeberri en la 1.ª Guerra Carlista
“Martín José Irurzun y Tomasa de
Mariñelarena, su muger, vecinos del lugar de Echeberri, en el Valle de Araquil,
con la más atenta veneración a V. E. esponen:
Que Miguel
Martín Irurzun, su hijo único, fue comprendido en el alistamiento de mozos, que
se hizo en diez y nuebe de julio de mil ochocientos treinta y seis y agregado a
la Compañía de Cazadores del Noveno Batallón de Voluntarios de este Reino.
Este joven
manejaba la escasa hacienda de sus padres y con las producciones de ella se
mantenían estos sus citados hijo y un anciano tío suyo, que todabía se halla en
la casa dependiendo pues del trabajo de dicho joben la manutención de las tres
citadas personas constituidas en una edad sexagenaria, lo hicieron presente a
V. E. cuando fue incluido en el espresado alistamiento, para que se dignase
exonerarlo del serbicio de las armas, pero V. E. no lo tubo por conbeniente y
continúa prestando en dicho Nobeno Batallón, habiendo marchado la Espedición de
S. M. por el mes de mayo último a lo interior de España, y siendo el Nobeno uno
de los batallones, que le acompañaban, se dio en los Campos de Huesca el veinte
y cuatro del mismo mes una acción al enemigo y el hijo de los suplicantes fue
muerto en ella, y desde entonces perdieron las esperanzas, que tenían de que
algún día fuese el báculo de la vegez de sus caducos padres y tío.
El cuadro
lastimoso que hoy, Señor Excmo., componen estos tres ancianos, no deja lugar a
la pluma para esponerlo como es así: la miseria, la confusión y las lágrimas
por la pérdida del mismo apoyo, que les quedaba, son su cuotidiano alimento; y
no se crea que esto es exagerado, porque su estado fatal es muy fácil de
inferirse por los repetidos trastornos y desgracias ocurridas a los
suplicantes.
El año de
mil ochocientos treinta y cuatro llegó el rebelde Quesada(1) a su
pueblo con una División enemiga; fue saqueada su casa y conducido el esponente
preso a la ciudad de Pamplona, en donde lo tubieron dos meses.
En mil
ochocientos treinta y cinco fue conducida la esponente al Fuerte de Irurzun,
después de haberla robado los cristinos doce corderos y diferentes efectos de
casa y la tubieron presa veinte días; y el doce de marzo último llegó al pueblo
la Dibisión del General Sarfiel(1), y no le dejó en casa ni fuera de
ella mas que las paredes.
Después de
tres saqueos y dos prisiones sufridas en una casa de labranza, no muy
abentajada, ¿cómo puede quedar ésta? Fácil es de inferir, que los perjuicios
son grandísimos y los esponentes pueden asegurar que a pesar de su ancianidad
están más próximos a mendigar el sustento, que a la sepultura: su cosecha no
les presta lo suficiente para alimentarse en medio año; las contribuciones son
repetidas, los bagages continuos; ¿no son estas causas suficientes para berse confundidos
tres ancianos sin apoyo? ¿No marcan esos fundamentos el último grado de la
miseria? Y si a todo ello se agrega la pérdida de un hijo, que poco ha lo beían
llebar el peso de la labranza y la fatiga de los bagages, ¿será estraño que
este recuerdo haga derretir su corazón en el más vivo sentimiento y que sus
ojos se conbiertan en fuentes de lágrimas?
He aquí
como la miseria, la confusión y las lágrimas son el cuotidiano alimento de
estos tres ancianos. Las deudas que lleban contraídas, la enagenación de sus
cortos vienes y su inutilidad para el trabajo rural y serbicio de bagages los
conduce a pasos agigantados a su total ruina, a su completa aniquilación: si V.
E. no ampara a esta familia, presto desaparecerá. Y ¿será posible que se
desatiendan las súplicas urgentísimas de unas personas constituidas, como se
acredita por el documento número primero en la edad de sesenta y cinco años?
¿De una familia cuya casa ha sufrido, según aparece del documento número dos,
saqueos y cuyos individuos han esperimentado prisiones por su decisión a la
Justa Causa? ¿De tres ancianos, cuyo único hijo y sobrino, según consta del
número tres, ha muerto en el Campo del Honor en defensa y a la vista de su
legítimo Rey?
No por
cierto: V. E. se hará cargo de esta sencilla esposición; de los tres
documentos, que se producen en comprobación de ella, y del mismo estado en que
se hallan los suplicantes y remediará su necesidad. En cuya atención:
Suplica a
V. E. se digne relebarlos de repartos y contribuciones, porque ya no tiene con
qué pagarlos, y del servicio de bagages, porque a su ancianidad es
incomparable.
Así lo
espera y en ello, etc.
Estella
veinte y seis de diciembre de mil ochocientos y treinta y siete. Excmo. Señor.
A nombre del suplicante, Francisco Mendaza”.
“Decreto.
Estella tres de enero de mil ochocientos treinta y ocho.
Informe el
Concejo del lugar de Echeverri lo que se le ofrezca y parezca sobre esta
solicitud: Iribas”
“Por
traslado del que notifiqué al pueblo de Echaverri en seis de febrero de mil
ochocientos treinta y ocho.
Pablo Cia,
escribano”.
“Informe. Excmo.
Señor”
“El Concejo
del lugar de Echeverri evacuando el informe que E. Y. E. se ha servido pedirle
sobre la instancia precedente respetuosamente espone que aunque sea cierta la
edad en que Martín José Irurzun y su muger dicen hallarse constituidos, la
pérdida del hijo, que tenían en su casa, los dos arrestos sufridos y alguna
pérdida en sus intereses, está ponderado con desmedida esageración su actual
estado y les es fácil el remedio, no deban (salba la superior ilustración de V.
E.) ser ohídos en su reclamación.
No debe
tenerse en consideración la prisión sufrida por Irurzun en Pamplona, porque en
cierto modo fue por culpa suya, pues que el motivo fue por haberle encontrado
en su casa la ropa y vino de una cantinera, que pudo haber sacado fuera, como
otros vecinos sacaron dichos efectos. Con haberlas llevado nada más que
cuarenta pasos estaba libre, pero se estubo pasivo y aun supuso que el vino era
suyo y habiéndole provado lo contrario se produjo su arresto.
En cuanto a
la prisión de la muger y robo de los doce corderos debe hacerse presente que no
tubo mas perjuicio que el de permanecer en trece y no veinte días presa en la
Caserna de Irurzun, pues que el pueblo le abonó los corderos y satisfizo la
multa, que hecharon los enemigos.
La casa de Irurzun y su
muger ha sufrido algunas violencias, pero no ha sido la única del lugar, no hay
una que poco más o menos no se halla en igual caso y varias que ... SIGUE EN PDF
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