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jueves, 21 de abril de 2016

Orduna 1791: un delincuente aficionado

Orduna: 1791

            El día 21 de marzo de 1791 los de Oroz Betelu detuvieron a Juan Félix Orduna, hijo de Alejo, casado, natural de Ustés y vecino de Navascués; llevaba una escopeta cargada, con su pólvora, taco y bala; tenía papeles de fecha 12 de febrero del mismo año expedidos en Orán; declara que tiene 33 años y un hijo y una hija de su matrimonio con Catalina Marcilla: “Que el testigo ha estado por tiempo de quatro años en el Presidio de Orán, al que fue destinado por haberle cogido los soldados cerca de la ciudad de Tafalla con un paquete de tabaco Brasil y que cumplido su tiempo se le dio licencia en dicho Presidi
o el día 12 de febrero de este año”.
            Con este salvoconducto desembarcó en Cartagena, donde al parecer no agradaba la presencia de expresidiarios. En la parte posterior de la licencia firmada en Orán, Castillo Ros alcázar, se lee: “Presentose y va prevenido salga de esta ciudad y su jurisdicción dentro de 24 horas, pues si se le aprende pasado este término se le destinará a trabajos del Arsenal. Cartagena 17 de febrero de 1791. Alburquerque”.
            El 30 de marzo de 1791 ingresa en las Cárceles Reales de Pamplona. Sus parientes declararon que era una persona trabajadora y que nunca había tenido líos con nadie; únicamente el citado asunto del tabaco. No se le daba nada bien la delincuencia y volvieron a salirle may caros dos ensayos más.
            El 3 agosto dictan sentencia condenándole “en ocho años de presidio a Puerto Rico y ,cumplidos, en seis de destierro de este Reino, Madrid y Sitios Reales”.
            Lo cierto es que la sentencia caía por haber cometido un par de asaltos a caminantes con ayuda de su escopeta y haberles sacado, con harto sentimiento, unos dineros; incluso uno de los asaltados le dijo que no había desayunado y tuvo el detalle de devolverle una peseta, para que con algún refrigerio atemperara el ayuno.
            Contaba que durante el tiempo que estuvo en la Prisión de Orán se había hundido la cárcel, de la cual casi milagrosamente salió vivo y prometió por ello una misa a la Virgen del Pilar; de manera que estaban en Orán siempre de miedo por los terremotos y por los ataques de los moros. (AGN Procesos Sentenciados, Miura, fajo 2.º 
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